Page 105 - Manejo defensivo para automovilistas parte 1
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Con pequeñas concentraciones de éste, quizás con 0,1 gramo
por mil de alcohol en la sangre, se afecta el comportamiento y la
conducta, ciertas inhibiciones disminuyen, la autoconfianza se
fortalece y aumenta la tendencia a sobreestimar la propia
capacidad. Esto constituye un gran peligro, ya que muchos
desean acrecentar la sensación agradable bebiendo más. Las
capacidades de reacción y de coordinación también se ven
afectadas por pequeñas cantidades de alcohol.
El alcohol perturba el estado de ánimo, hace más lenta la
comunicación en el sistema nervioso e inhibe la capacidad de
distinguir entre diferentes estímulos, lo que influye negativamente
en el tiempo de reacción de un conductor ante un imprevisto.
Por otra parte, la mayoría de las personas puede no notar
reducción de la visión después de tomarse unos tragos, y eso
puede ser así en lo que se refiere a la visión directa. Sin
embargo, lo que no se nota, es que la visión periférica disminuye.
Y lo peor, es que uno no se da cuenta de que no descubre las
cosas, hasta que puede resultar demasiado tarde. A mayores
concentraciones de alcohol el empeoramiento de la visión es
evidente, sobre todo en forma de visión doble.
Los músculos de cada ojo no trabajan bien juntos y los músculos
del cristalino funcionan peor, lo que dificulta enfocar la mirada.
Además, las pupilas comienzan a funcionar mal. En resumidas
cuentas, se puede señalar que la visión periférica, la atención, el
tiempo de reacción y la capacidad de interpretación y decisión se
ven influidas antes que la parte motriz; es decir, las funciones
verdaderamente decisivas se ven afectadas antes de que uno
mismo empiece a darse cuenta del estado en que se encuentra.
La única tasa de alcohol segura para conducir es “0”. Por eso, si
va a conducir evite el consumo de alcohol y, si finalmente bebe,
NO CONDUZCA, busque otra alternativa para transportarse.